Hoy se cumplen 40 años de la muerte
de Franco y 79 de la de Durruti o José Antonio y al parecer todos tienen motivos
para celebrar o llorar algo. Pues yo, no tengo nada de eso.
Nadie queda vivo que tuviese
conocimiento de lo que estaba ocurriendo cuando el anarquista Durruti recibió
aquel tiro por defender Madrid o cuando encerrado en Alicante fusilaron a José
Antonio por defender la otra idea de Madrid. Y de la de Franco, yo con cierta
edad ya, sólo recuerdo que ese día colegios e Institutos estuvieron cerrados.
Moría Franco y como dice Carlos
Herrera: “Empezaba otra España que iba a protagonizar un joven rey al que nunca
agradeceremos suficientemente su implicación tozuda en la llegada de la
democracia”.
De una admirable manera y habiendo trascurrido
menos de 40 años de la mayor de las barbaridades, estando aún presentes muchos
de sus protagonistas, los españoles empujados por su joven rey y aún temerosos
de las consecuencias, con asombro de propios y extraños, fueron capaces de compartir
mesa. Fueron capaces de apartar todo el odio y rencor que aún pudiera perdurar,
todas las ideas que chocaban contra las demás, toda la intransigencia y todo el
extremismo y lo metieron en una caja en lo más profundo del desván. Rojos y
blancos, derechas e izquierdas, proletarios y burgueses, residentes y exiliados,
ricos y pobres, a todos consiguió aquel rey hacer sentar a la mesa; y todos
trabajaron y cedieron por conseguir la España de la unidad y de las libertades,
la de las urnas, la de las leyes que nos amparan y nos dan el derecho a
manifestarnos y gritar nuestra opinión. Mi respeto y admiración a todos los que
se sentaron a esa imaginaria mesa.
Pues bien, han pasado 40 años y algún
imberbe mozalbete rebuscando en el desván se ha encontrado con la caja que
guardaron los abuelos y cual la de Pandora al abrirla ha dejado salir los males
trasportando a cuantos la ven, de nuevo al mundo de los rencores. De nuevo se
escucha a Durruti gritando que “al capitalismo hay que destruirlo y no
discutir con él” o a José Antonio “levantando banderas en lucha enérgica y
extrema”; volvemos a escuchar hablar de Guernica y de Paracuellos, de bandos y
de generar miedo, de rojos y de fachas, y todo vuelve a tener su origen allí y
no escuchamos, sólo culpamos al contrario de todos los males. No sé cómo, pero
alguien podría intentar volver a cerrar ese cajón de mierda antes de que nos
hagamos daño.
Yo hoy no tengo nada que conmemorar;
si acaso “la tozudez del joven rey” al que ahora los imberbes dicen no deberle
nada.
Si que le debemos muchas cosas: la descristianización de España, el auge del separatismo, la creciente islamización, la promiscuidad de la juventud, la popularidad de las drogas, la pornografía, etc. Está claro que Juan Carlos y los suyos han contribuido a cambiar España.
ResponderEliminarSi que le debemos muchas cosas: la descristianización de España, el auge del separatismo, la creciente islamización, la promiscuidad de la juventud, la popularidad de las drogas, la pornografía, etc. Está claro que Juan Carlos y los suyos han contribuido a cambiar España.
ResponderEliminarGusto o no guste, la Transición fue un período de paz y progreso. Hoy creo necesario recuperar el espíritu de ella y corregir los graves problemas que sufrimos.
ResponderEliminar